Normalmente nuestros dirigentes nunca nos preguntan. Supuestamente al servicio de nuestro bienestar, y aún así a muchas no nos representan. La interacción clase política-ciudadanía se reduce al instante en el que, cada cuatro años, nos llevan al altar de las urnas y cruzamos los dedos. En nuestro nombre y el inmaculado voto, hacen y deshacen, desoyendo muchas veces las voces que cuentan lo que nos preocupa. Lo que nos pasa.Y no es porque no estemos haciendo ruido ni buscando soluciones cotidianas a problemas muy graves que el gobierno abandona: nuestra vivienda, nuestra salud, nuestras escuelas.

Pero cuando no se nos escucha y se nos abandona existen otras veredas. La desobediencia civil puede garantizar el derecho a la salud de todas las personas, independientemente de su lugar de origen o de sus recursos económicos; el acceso a una vivienda digna; el derecho a manifestarse pacíficamente.

Ahora le toca el turno a la justicia, donde una gran reforma del Código Penal hará que ésta sea diferente para ricos y pobres, donde se criminaliza desproporcionadamente la protesta social y a las personas en situación social o económica más desfavorecida, mientras mantiene prácticamente intacto el castigo a la corrupción. Los manteros, que ganan lo justo para sobrevivir, podrán ir a la cárcel, pagar enormes multas y nunca tendrán sus papeles o los perderán. Adiós a sus planes de una vida digna. Y todo esto, en nombre de la protección de la cultura y del arte. La realidad es que se protegen  lo intereses de una industria, no del acceso a la cultura o la capacidad de crear.

La pregunta es: creadores y creadoras, ¿tenemos algo que decir?

Yo no me siento defendida cuando veo a manteros huyendo de la policía con las bolsas a cuestas por la calle . No siento que la cultura se ponga en valor cuando se mete en la cárcel a alguien por ganar muy poco vendiendo en la calle. No quiero que esto se haga en mi nombre, ni en el nombre de mis creaciones:

Para mí, poner esta excepción en mis humildes obras es dar mi opinión. Es participar de la política y de la cultura. Es pintar una veta por donde poder ponernos a pensar. Es cortocircuitar una ley que me parece injusta, innecesaria, dolorosa y ciega a la realidad. 

¿Hay alguien más que se sienta así?