Creo que puedo decir que quienes compartimos la velada del 27 de julio en ‘La Selecta’,  respiramos tensión acumulada y saboreamos la complicidad de un encuentro difícil pero imparable. Porque tal y como explican en su web, el Café-laboratorio ‘La Selecta’ fue presionado a base de visitas intimidatorias llevadas a cabo por las fuerzas del orden para que no se celebrase la charla debate encabezada por ‘Madres contra la represión’ en la que se iba a hablar, EspacioSelectaprecisamente, de represión policial y derechos humanos.  Al parecer, sobre el evento caía la sombra de la peligrosidad. No fue un trago fácil escuchar el relato de esas madres que no se resignan a que sus hijos/as acaben entre rejas por ejercer la libertad de expresión. Fue muy duro, además, comprobar que hay un horizonte en ciernes todavía más desolador si finalmente se aprueba la nueva Ley de Seguridad Ciudadana o Ley Mordaza. Porque además estábamos experimentando en nuestras propias carnes el hostigamiento ante un acto totalmente pacífico y democrático. El evento en sí, se convirtió en una performance. Pero sobre todo, fue un orgullo asistir a ese encuentro donde la dignidad con la que ‘Madres contra la represión’ compartió su experiencia amaneció sobre el abatimiento y el nerviosismo. Fue además conmovedora la valentía de ‘La Selecta’ que desde su habitual cercanía y honestidad dejó claro que es uno de esos hogares para la cultura y el compromiso con una ciudadanía que se reinventa ante la adversidad.  Quedó claro que ciertos lazos son indisolubles ante las embestidas y amenazas. Y al final se hizo carne la perogrullada: las fuerzas del orden por la vía de la intimidación y la amenaza tratan de prohibir un acto donde se cuestionan sus modos de hacer. Y no lo consiguen. Creo que nos toca, a la gente de a pie, hacer entender a la clase política qué valores consideramos intocables porque sólo parecen usan el poder para protegerse a sí mismos de un enemigo que, a todas luces, somos nosotros.